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La gran final de la Liga BetPlay Dimayor 2025-1 dejó gestos imborrables, emociones a flor de piel y una historia que ha tocado a miles, especialmente en Medellín, donde la esperanza estaba puesta en bordar la séptima estrella del 'poderoso de la montaña'.

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La ilusión era tan fuerte que una hincha decidió hacerla permanente, pues se tatuó el escudo de su equipo acompañado de la ansiada estrella número siete, convencida de que esa noche sería histórica.

Horas antes del partido, mientras la capital antioqueña se preparaba con banderas, cánticos y fiesta, ella optó por hacerse este recuerdo a las afueras del Atanasio Girardot.

El video en el que muestra su tatuaje se hizo viral rápidamente: una mezcla de nervios, alegría y esa emoción pura que solo el amor por el fútbol puede provocar.

Incluso recibió una camiseta del club como gesto de admiración por su compromiso con el equipo.

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Pero el fútbol, tan impredecible como único, tenía otros planes; Hugo Rodallega, visiblemente lesionado, protagonizó una de las imágenes más poderosas de la noche.

Con el partido al límite, anotó el gol que le dio a Santa Fe su décima estrella. El artillero, que un año atrás había rozado la gloria y se quedó con las manos vacías ante Bucaramanga, esta vez se negó a caer y, con su gol, selló la victoria cardenal.

De la euforia a la tristeza en la 'eterna primavera'

Mientras los hinchas santafereños celebraban en Bogotá, la noche se volvió silenciosa y la fiesta quedó en pausa en Medellín.

Las lágrimas reemplazaron los cantos, y aquella mujer, que horas antes había sellado su fe con tinta, ahora cargaba en su piel un recuerdo amargo.

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Aun así, esa historia no es solo una anécdota de derrota. Es, sobre todo, una prueba de amor incondicional. Porque en el fútbol, como en la vida, se gana y se pierde.

Pero hay gestos que, más allá del marcador, hablan de una pasión que no entiende de lógica ni de garantías, es un sentimiento que se lleva en la piel, aunque duela.

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