El conflicto que transcurre hace algunas semanas entre Rusia y Ucrania ha traído consecuencias terribles para el mundo. La más importante de todas, por supuesto, son las vidas que se han perdido. No importa el color del uniforme porque al final todos los bandos pierden y quienes más se ven afectados son los inocentes que viven en carne propia la situación.
Esta guerra también trajo cambios severos en el deporte y los empezamos a ver con las sanciones impuestas por parte del CPI (Comité Paralímpico Internacional) al no permitir a los atletas rusos y bielorrusos competir en representación de sus países en los Juegos Paralímpicos de Invierno de Pekín 2022, las restricciones de la FIFA que vetaron la participación de Rusia en el Mundial de Qatar 2022 o el cerco económico impuesto al Chelsea por los presuntos nexos de su dueño Roman Abramovich con el Kremlin de Moscú y las ‘trabas’ que tienen a Daniil Medvedev con un pie afuera del torneo de Wimbledon, entre otros.
Si analizamos estas sanciones superficialmente podríamos deducir que todo está bien y aquí “no ha pasado nada”. Pero no deberíamos dejar pasar el tema tan rápido porque siento que se está haciendo lo correcto sólo en algunos casos y se está perjudicando a muchos otros que poco y nada tienen que ver.
Si partimos del principio de que la ley es para todos, ¿Por qué se sanciona a un país donde se presume que se están haciendo las cosas mal y se han hecho los de la vista gorda con otros que hacen lo mismo?. Está bien que se sancione a las personas cuyos dineros y relaciones son de dudosa procedencia como en el caso de Abramovich o el retiro de las alianzas y patrocinios de diferentes instituciones con las multinacionales rusas y hasta ahí todos estamos de acuerdo (creo).
El problema de fondo es: ¿Por qué aceptaron esos mismos dineros cuando se hizo la compra del Chelsea y se cerraron negocios multimillonarios con empresas rusas en varios deportes?, ¿Por qué se hizo el último Mundial de fútbol en Rusia y todos salieron sonriendo en la foto con Vladimir Putin sin decir nada?, ¿Por qué no se investigan también los dineros provenientes del petróleo que son capaces de pagar salarios imposibles y cuyos dueños hacen lo que les viene en gana con el espectáculo abriendo una brecha cada vez más grande entre un puñado de equipos y el resto?
Obviamente varios de ustedes dirán que una cosa no tiene que ver con la otra, pero nada es más alejado de la realidad, dado que las causas son distintas, pero el problema de fondo es el mismo. Así como se presenta el problema de Rusia, países como Estados Unidos invadieron en su momento a Irak y en con ellos no hubo ni habrá ningún tipo de sanción ni comunicado, por ejemplo. No se trata de justificar, se trata de que todos sean medidos con la misma vara.
Recuerdo que tras el primer día de los bombardeos, los tenistas Andrey Rublev y Daniil Medvedev siendo rusos dieron muestras claras y contundentes de estar en contra de la invasión (lo destaqué en el blog que dediqué a Medvedev). Sin embargo, esta semana salió la noticia de que el Primer Ministro británico exige muestras más claras y visibles a Medvedev de que está en contra de Putin. ¿Qué más le piden si ya dijo estar en contra?, ¿Qué culpa tiene de haber nacido en Rusia?
Siento que las sanciones están bien para las instituciones, pero cuando se trata de deportes individuales como el tenis el tema se convirtió en una “cacería de brujas” sin sentido que está perjudicando a personas que solo se dedican a practicar deporte y no empuñan un arma; ese de por sí ya es un mensaje contundente.
Ojalá se sancione a quien se deba sancionar, pero no solo ahora que se presenta el conflicto entre Rusia y Ucrania sino cada vez que se presenten problemas de este tipo, porque tristemente hace tiempo “la pelota ya se manchó”.
Feliz fin de semana.