Siempre he sido partidario de que los deportes deben evolucionar porque los aficionados, el dinero y la tecnología así lo exigen. Es decir, deben estar a la altura del negocio.
El tenis no ha sido la excepción y a pesar de vivir su época más dorada de la historia (en el singles masculino), debe innovar para no quedarse rezagado en el tiempo. Es por eso que me han parecido interesantes algunas iniciativas como el contador de 25 segundos para quien está sirviendo y así no perder tanto tiempo entre punto y punto, torneos con nuevos formatos e ideas que vienen en camino como el poder contar con tu coach en el banco durante los partidos son propuestas de valor que ayudarán a mantener la vigencia de este hermoso deporte.
La Laver Cup, el torneo impulsado por Roger Federer para homenajear al australiano Rod Laver llegó en el año 2017 para cumplir una promesa: innovar. En su momento fue una sensación más que positiva porque encontrar huecos en un calendario saturado para los jugadores y que estos accedieran a jugar solo por diversión era algo que se veía muy lejano pero se consiguió. Me hizo recordar cuando era niño y vi un partido de fútbol que tuvo a los amigos de Ronaldo vs. los amigos de Zidane, donde se juntó una constelación de estrellas y todos fuimos felices por 90 minutos. Seguramente fue por alguna causa benéfica o solo por marketing pero son momentos que ya vemos muy poco en la actualidad.
¿Qué diferencia a este torneo de los demás? Simple, se conforman dos equipos: Europa vs. Resto del mundo y son 3 días de competencia en donde el primero otorga 1 punto por partido ganado, el segundo día 2 y el tercer día 3. El equipo que consiga más puntos, gana la copa. Esto suena atractivo y hasta cierto punto lo fue. Pero, ¿Por qué siempre conforman los equipos así? ¿Por qué no cambiarlos como se cambian las sedes todos los años?. Basta con tomar el ranking de la ATP y observar que los 10 primeros lugares están ocupados por europeos. Es decir, la diferencia es abismal y salvo un milagro el final siempre será el mismo.
La cuarta edición que vivimos este último fin de semana desde Boston, Estados Unidos no fue tan atractiva como las anteriores. Creímos que Europa al no tener al denominado “Big three” compuesto por Federer, Nadal y Djokovic, iba a bajar su nivel o por lo menos el equipo del Resto del Mundo iba a poder nivelar la balanza. Nada que ver, la paliza fue peor con un 14-1 en el marcador y nos sembró serias dudas sobre la viabilidad del torneo. Sin embargo, debemos abonar que se veía venir el “fracaso” no solo por la diferencia de nivel entre los equipos sino por la ausencia de esas tres leyendas que animan y atraen público en cualquier parte del mundo. Es una realidad a la que de a poco nos tendremos que acostumbrar.
En general, la idea del torneo me pareció estupenda desde el principio, pero no puede caer en la monotonía como ya lo hizo este año y no es tan difícil encarrilar el rumbo haciendo pequeños cambios. Por ejemplo, me parecería más interesante que los equipos se conformen por sorteo sin importar la nacionalidad y que los capitanes Björn Borg y John McEnroe puedan tener equipos más parejos o que la sede sea en otros continentes para atraer más público. Fácilmente puede ser un “mundialito” mucho más atractivo.
En todos los deportes nos hemos hecho la misma pregunta: ¿Qué pasará el día que se retire Jordan, Maradona, Ali o Schumacher? Bueno, en el tenis nos preguntamos qué será después de Federer, Nadal y Djokovic. Creo que el golpe será más fuerte que en otros deportes porque hay buenos y nuevos talentos, pero de momento no se proyectan a ser ni una buena parte de lo que son hoy en día estos 3 gigantes que coincidieron en una misma época y nos han deleitado casi por más de dos décadas. Solo el tiempo lo dirá, pero es necesidad y responsabilidad de las autoridades organizadoras encontrar alternativas (como la Laver Cup) para mejorar el espectáculo y que el golpe para nosotros los aficionados sea más suave.
Para despedirme, quienes dijeron semanas atrás que Novak Djokovic fue el único que estuvo a punto de igualar a Rod Laver ganando los cuatro torneos de Grand Slam en un año calendario: ¡se equivocaron! Roger Federer también estuvo a un partido de conseguirlo en las temporadas 2006 y 2007; la diferencia está en que Roland Garros (torneo que le faltó a Federer) se disputa a mitad de año y el US Open se disputa entre agosto y septiembre.
“Al César lo que es del César”... Feliz semana.