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En el 2025, más allá de los resultados colectivos, las selecciones juveniles de Colombia dejaron una idea que ilusiona.
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Desde ya se empiezan a perfilar nombres que piden pista para dar el salto a la Mayores.
Algunos por impacto directo en torneos Conmebol, otros por lo que mostraron en el Mundial Sub-20, y varios por el simple hecho de competir en escenarios donde la presión no perdona.
Los que ya están en conversación desde la Sub-20
En la nómina que llevó a Colombia al Mundial Sub-20 de Chile aparecen jugadores que, por rol y proyección, encajan muy bien en necesidades típicas de la selección mayor.
- Néiser Villarreal (Cruzeiro): atacante con gol y presencia en momentos grandes. Es el tipo de jugador que, si mantiene regularidad, podría ser el delantero ideal por su capacidad a la hora de decidir de decidir partidos.
- Óscar Perea (AVS de Portugal): nombre recurrente cuando se habló del peso ofensivo de la Sub-20 en 2025. Su valor está en la agresividad para atacar espacios y en que aparece en partidos exigentes.
- Simón García (Atlético Nacional): defensa central, fuerte en el juego aéreo y con buena lectura para anticipar. Su formación en un club grande y su personalidad para ordenar la última línea lo convierten en un perfil interesante de proyección.
- Jordan Barrera (Botafogo): el jugador que suele darle sentido al equipo cuando no hay ideas. Se mueve bien entre líneas, ofrece pase, gira rápido y entiende cuándo pausar y cuándo acelerar.
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Los Sub-17 que ya se ganaron el primer radar
En la Sub-17, el salto suele ser más gradual, pero 2025 dejó varios nombres que, por carácter competitivo y rol, pueden subir escalones rápido hacia Sub-20/Sub-23 y, más adelante, a la Mayor.
En la convocatoria oficial para el Mundial Sub-17 aparecen jugadores que ya cargaron con responsabilidades importantes:
- Santiago Londoño (Envigado): atacante que viene siendo señalado como figura en procesos recientes, y que en categorías formativas suele marcar diferencia por lectura de área y personalidad.
- Criss Ángel Macías (Millonarios): jugador con perfil competitivo, de los que no se esconden. Aporta intensidad, ritmo y lectura para jugar a alta velocidad, algo clave cuando el fútbol juvenil se enfrenta a rivales más físicos y organizados.
- Cristian Orozco (Fortaleza / Manchester United): un caso que llama la atención por contexto y proyección. Más allá del escudo, lo importante es que compite en un entorno que exige detalle y constancia: toma de decisiones rápida, disciplina táctica y fortaleza mental.
Qué tiene que pasar para que el salto se vuelva real
Más que “nombres de moda”, lo que define el paso a la Mayores suele ser una mezcla de tres cosas: minutos en primera, regularidad física y encaje táctico con lo que pide el seleccionador en cada convocatoria.
Por eso, el 2026 (y los microciclos previos) puede ser la ventana para los Sub-20, que ya cargaron con el peso del equipo, están un paso adelante; y en Sub-17, los más determinantes tienen el reto de sostener su nivel cuando el fútbol se vuelve más rápido, más fuerte y más cruel con los errores.
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